Ideología nuclear
El presidente Zapatero emplea sistemáticamente una argumentación ideológica radical -por no calificarla de fanática, dogmática y fundamentalista- en contra de la energía nuclear, despreciando la tozudez orteguiana de los hechos, y la fuerza de la razón, apoyándose en la razón de la fuerza, autocalificándose públicamente como el más anti-nuclear de su equipo de Gobierno. Y podría estarse de acuerdo o no con él, entrando en su debate, si su discurso se ciñese a la faceta armamentista de la energía nuclear, que es la destinada a la elaboración de armas de destrucción masiva, como son las que disponemos en la OTAN, pese a haber suscrito España el Tratado de No Proliferación Nuclear, porque ese sí es un terreno para el debate político en donde puede defenderse o denostarse una tecnología militar en función de razones ideológicas. Pero en el terreno civil, que se limita a aplicaciones energéticas, industriales y médicas de la energía nuclear, que es el que nos ocupa y nos preocupa cada vez más en España, la ideología no puede contar lo más mínimo, porque no se trata de una cuestión política sino técnico-económica controlada y vigilada por el Consejo de Seguridad Nuclear, organismo independiente y de máxima competencia que reporta directamente al Congreso de los Diputados. En ese terreno no hay lugar para las ideologías sino para las valoraciones técnico-económicas serias, hechas con el máximo rigor profesional, de las ventajas e inconvenientes de dicha tecnología energética para afrontar, junto a otras igualmente necesarias, el reto de garantizar la sostenibilidad socio-económica y medioambiental del país, evitando cruzar un punto de no retorno cuya factura sería muy difícil de afrontar. La historia nos juzgará. [El autor es Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Energética en la Universidad Politécnica de Madrid]
Hay que evitar cruzar un punto de no retorno cuya factura sería muy difícil de afrontar, la historia nos juzgará
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