viernes, 13 de noviembre de 2009

La cuenca del río Yangtsé se dirige al desastre climático

Población de Wushan, en la provincia china de Chongqing, a orillas del Yangtsé. | Doris Antony.

Población de Wushan, en la provincia china de Chongqing, a orillas del Yangtsé. | Doris Antony.

La cuenca del río Yangtsé, hogar de 400 millones de personas en China, se enfrentará a un desastre climático en los próximos 50 años si se confirman las previsiones de abundantes sequías e inundaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Según el "Informe sobre la Vulnerabilidad ante el Cambio Climático y su Adaptación en la Cuenca del Río Yangtsé", que WWF ha elaborado junto con la Academia China de Ciencias y la Administración Meteorológica de China, la temperatura en la margen del río podría aumentar entre 1,5 y 2 grados centígrados en pocos años.

Si esto ocurriera, las consecuencias para los 400 millones de habitantes que viven junto al río serían catastróficas, puesto que sufrirían "inundaciones, sequías, olas de calor y desastrosas tormentas de nieve", señala el informe.

La ciudad de Shanghái, que se extiende junto al delta del río, se verá enormemente afectada por la subida del nivel del mar, que habrá ganado 18 centímetros al litoral en el año 2050, según el documento, lo que ocasionará la desaparición de numerosas tierras de cultivo y amenazará el suministro de agua de la metrópoli. El cambio climático golpeará también a la economía y a los ecosistemas de Shanghái, minando las inversiones, el transporte, el turismo y la biodiversidad de la zona.

En el informe, elaborado con datos recogidos en 147 estaciones de control a lo largo de los 1,8 millones de kilómetros cuadrados de cuenca del río, se detalla un aumento en las temperaturas de 0,33 grados centígrados durante la última década del siglo XX, y una alarmante subida de 0,71 grados centígrados entre 2001 y 2005.

El delta del río, 'zona muerta'

Las organizaciones ecologistas llevan varios años advirtiendo de la rápida degradación de las aguas del Yangtsé debido a la contaminación, los vertidos químicos, los pesticidas, los fertilizantes y los escapes de los barcos que recorren el río. Hace tres años, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) declaró el delta del río como "zona muerta", un lugar donde la vida animal y vegetal está condenada a la lenta extinción, y desde entonces varias especies naturales de su cuenca han desaparecido, como el delfín de aleta blanca o la marsopa negra.

La WWF recomienda en su informe varias estrategias para reducir el impacto climático, como fortalecer las infraestructuras, el suministro energético y los transportes, reforzar los diques de contención, flexibilizar los sistemas de cultivo y minimizar el impacto humano en los ecosistemas más frágiles.

Bosques azules contra el calentamiento global

Un banco de peces sobre una pradera submarina de posidonia oceánica situada en el mar Mediterráneo.| Foto: Manu Sanfélix

Un banco de peces sobre una pradera submarina de posidonia oceánica situada en el mar Mediterráneo.| Foto: Manu Sanfélix


Trece años después de la firma del Protocolo de Kioto y a un mes para que tenga lugar la cumbre del clima de Copenhague, donde se buscará un acuerdo que lo sustituya, no sorprende cuando se habla de la reforestación como una opción para capturar parte del incremento de CO2 atmosférico que causa el cambio climático. Sin embargo, de forma automática, la mente piensa en una masa boscosa terrestre. Apenas un puñado de expertos imaginaría que también se puede reforestar el mar para luchar contra el calentamiento.

Y precisamente esa es la propuesta del estudio 'Blue Carbon', el primer informe sobre el papel de los océanos como sumideros de CO2 recién publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y por la Unesco. "Los manglares, marismas y praderas submarinas tienen un gran potencial como trampas de carbono", aseguró el oceanógrafo del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC y coautor del estudio Carlos Duarte, durante el encuentro 'El papel de los ecosistemas marinos en la provisión de bienes y servicios a la sociedad' organizado por la Fundación BBVA.

"Parece inevitable que se piense en los prístinos bosques amazónicos cuando se habla de reforestación, pero estos bosques azules marinos son capaces de absorber 17 veces más carbono que la misma superficie en la selva brasileña", explica Duarte. Los ecosistemas marinos que cuentan con plantas superiores, como los manglares y las praderas submarinas de posidonia, por ejemplo, capturan de la atmósfera una cantidad de carbono equiparable a la mitad de las emisiones anuales del sector del transporte mundial.

Océanos como sumidero

El problema, según el informe que fue presentado en Sudáfrica a finales de octubre, es que el deterioro de los "sumideros azules de carbono" está siendo asombrosamente rápido y cada año se pierde el 7% de los mismos. Las áreas susceptibles de contar con estos ecosistemas suponen tan solo el 0,2% de la superficie del océano -unos 600.000 kilómetros cuadrados-, una superficie similar a la península Ibérica, pero son responsables del 50% del CO2 que absorben los océanos.

Cada año se pierde un 7% de los ecosistemas marinos capaces de absorber carbono.

La mitad de los bosques azules que había en 1945, cuando terminó la II Guerra Mundial, se han perdido. "Tendríamos que recuperar 300.000 kilómetros cuadrados para volver a alcanzar ese 0,2% del total cubierto por estos ecosistemas. Pero si lo hiciésemos podríamos cubrir el 10% de los esfuerzos de reducción de gases de efecto invernadero necesarios para combatir el calentamiento global", afirma Carlos Duarte.

El informe 'Blue Carbon' propone reforestar ecosistemas marinos y fomentar el cultivo de algas que puedan servir como alimento para las piscifactorías o como materia prima de biocombustibles. Pero no se trata de una idea irrealizable. En 1972, después de la guerra de Vietnam, el mayor bosque de manglares del mundo, situado en la cuenca del río Mekong, quedó arrasado por el agente naranja lanzado por la aviación norteamericana. Hoy el manglar está prácticamente recuperado gracias a la reforestación realizada por las autoridades vietnamitas.

Además, estas zonas juegan un importante papel, no sólo en la mitigación del cambio climático, sino también en la adaptación. "El coste de reforestar estas zonas marinas es siete veces menor que construir diques que realicen la misma función de protección", asegura Íñigo Losada, director del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria.

Los devastadores efectos del tsunami del sudeste asiático en 2004 pusieron en evidencia la importancia de estos ecosistemas. "Al día siguiente de la presentación del informe, India incorporó la reforestación a sus acciones contra el cambio climático de cara a la cumbre de Copenhague, debido a su efecto sumidero de carbono y a la necesidad de protegerse contra posibles desastres naturales futuros", dice Duarte.

Dos activistas españoles de Greenpeace, detenidos en una protesta en Indonesia

Pablo Méndez encadenado a una excavadora de la compañía papelera. | Greenpeace.

Las autoridades de Indonesia han arrestado a dos miembros de Greenpeace de nacionalidad española por encadenarse a las excavadoras de una empresa papelera que estaban derribando árboles en las selvas de Sumatra, según ha confirmado el grupo ecologista.

Los dos voluntarios, el madrileño Jesús Roller Fernández y el coruñés Pablo Méndez López, fueron detenidos este jueves y se encuentran junto con otros 32 activistas arrestados en las dependencias policiales de la localidad de Pangkalan Kerinci, en la provincia de Riau. "Estamos aquí para combatir la deforestación, el cambio climático y los intereses de algunos a corto plazo", aseguró poco antes de su detención Jesús Roller. Méndez agregó que participar en esa campaña era "su grano de arena" en la lucha contra el calentamiento global.

Además de los españoles entre los detenidos se encuentran ciudadanos de Brasil, Alemania, Bélgica, Filipinas, Finlandia e Indonesia, y todos ellos se hallan incomunicados. "La policía está interrogando a los activistas y existe la posibilidad de que los extranjeros sean deportados", aseguró a Efe Bustar Maitar, responsable de las campañas forestales en Greenpeace-Indonesia.

Por su parte, la Embajada de España en Indonesia aseguró que hasta el momento no ha recibido ninguna confirmación oficial por parte del Gobierno de Indonesia de la detención de estos dos voluntarios, que cuentan con experiencia en acciones similares.

Greenpeace abrió hace dos semanas un campamento en la provincia de Riau, una región en un fuerte proceso de conversión, para llamar la atención sobre la deforestación que padece Indonesia y para ligarla al cambio climático de cara a la cumbre mundial de Copenhague. La acción incluía repercusión mediática, formación de comunidades locales y la construcción de varias presas en los canales abiertos por el gigante papelero Asia Pacific Resources International Holding Limited (APRIL) para desecar extensas zonas de bosque que ha obtenido del Gobierno para su explotación, un paso previo a su tala.

Deforestación en Indonesia

Greenpeace reivindicó la acción asegurando que (APRIL) está "destruyendo los bosques húmedos para dejar paso a plantaciones en las que producir pulpa y papel para clientes internacionales". "Estamos construyendo una presa para evitar que este ecosistema se deshidrate. Estos suelos son especialmente ricos en nutrientes y CO2 (dióxido de carbono) gracias a la temperatura y la humedad del trópico y morirá si le quitan el agua", explicó Roller.

Kampar, considerado por Greenpeace el epicentro de la deforestación en Indonesia, es una extensión de unos 700.000 hectáreas -el tamaño del País Vasco-, de bosques húmedos, en su mayoría turberas. Desde 2002, el 43% han sido talados o degradados y el gobierno ha entregado el resto en concesiones productivas a papeleras, madereras y plantaciones de aceite de palma -en auge por los biocombustibles-, preservando sólo 40.000 hectáreas.

Greenpeace sostiene que talar estos bosques, además de acabar con un rico ecosistema y acelerar el cambio climático, es ilegal en la legislación indonesia y exige al Gobierno que le retire a APRIL los permisos. "Es David contra Goliat. Vivimos en una aldea global y lo que está pasando aquí afecta al planeta entero", argumentó Méndez. "Están arruinando el entorno. Los beneficios económicos (que generen estas empresas) son pan para hoy y hambre para mañana", sentenció Roller.

El grupo ecologista hizo un llamamiento que a los jefes de Estado y Gobierno de 21 países, entre ellos Estados Unidos e Indonesia, que se reúnen este fin de semana en Singapur en el encuentro anual del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC). Indonesia, el tercer país del mundo con la mayor masa boscosa, es el tercer mayor emisor de CO2, por detrás tan sólo de China y Estados Unidos, debido principalmente a la deforestación.

Vigilará la Península Ibérica y el Norte de África

Un laboratorio español para detectar tsunamis

Vídeo: CSIC

Operarios del CSIC lanzan la estación al mar. | Foto: CSIC

Operarios del CSIC lanzan la estación al mar. | Foto: CSIC

  • Se llama GEOSTAR y está situado en el Golfo de Cádiz, en una zona sísmica
  • Podrá detectar tsunamis y avisar con antelación para evitar víctimas
  • La estación también recogerá datos para estudiar el cambio climático
  • Se trata del primer laboratorio de estas características en Europa

El devastador tsunami que en 2004 causó más de 220.000 muertos en 12 países del Índico encendió las alarmas y despertó las dudas. ¿Puede detectarse un tsunami con anticipación para avisar a la población? ¿Es posible que se produzcan en España? En ambos casos, la respuesta es sí.

Precisamente con el objetivo de prever posibles tsunamis en la Península Ibérica y el norte de África, un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de instalar en el Golfo de Cádiz un laboratorio submarino que puede detectarlos con antelación. Se llama GEOSTAR y ha comenzado a funcionar esta semana.

"El tsunami suele estar producido por la ruptura de una falla vertical, que se da en esa zona. Sin embargo, no todos son destructivos, algunos son de intensidad baja o media y apenas se sienten", explica Juanjo Dañobeitia, director de la Unidad de Tecnología Marina del CSIC y principal investigador del proyecto.

El científico recuerda que en 1755 se produjo un gran terremoto en Lisboa, que provocó un gran maremoto y un incendió que causaron entre 60.000 y 100.000 muertos. "Llevamos años estudiando los movimientos sísmicos de esta zona y nuestra hipótesis es que terremotos con tal capacidad de destrucción se dan con poca frecuencia, pueden transcurrir más de 2.000 años hasta el siguiente. Pero sí pueden producirse otros más pequeños. Y para que se produzca un tsunami destructor tiene que haber un terremoto de una magnitud importante", afirma Dañobeitia.

Datos para estudiar el cambio climático

GEOSTAR es el primer laboratorio de estas características en Europa. La estación, que pesa tres toneladas y mide cinco metros de altura, dispone de varios sensores, como un sismómetro oceánico y un magnetófono. Y es que, además de detectar posibles tsunamis, la estación submarina recogerá y analizará datos sobre la salinidad y las variaciones de temperatura del agua que serán muy útiles para estudiar el cambio climático.

El laboratorio se encuentra a 60 millas del Cabo de San Vicente y a una profundidad de 3.300 metros, en un área de contacto entre las placas tectónicas de Eurasia y África. Se trata de una zona con actividad sísmica y de tsunamis. El CSIC prevé que el laboratorio recopile datos durante un año, que es el tiempo que suelen durar las baterías de litio de las que se alimenta.

Se trata de una gran iniciativa europea en la que participan 20 países. El proyecto consiste en desplegar laboratorios submarinos en diversos lugares del mundo: en el Ártico, el Canal de la Mancha, el Mediterráneo y el Mar Negro. Muchos de ellos dispondrán de energía y fibra óptica para transmitir datos. "El objetivo es que todas las estaciones estén conectadas. La información que podrán aportar será extraordinariamente importante para investigar fenómenos como el cambio climático, la biodiversidad o los riesgos geológicos", asegura el investigador.

Estos sistemas de prevención temprana son exportables a otros países en los que son frecuentes los tsunamis, como los del sureste asiático, lo que podría ayudar a salvar la vida de miles de personas.